Hace un año tuve la oportunidad de conversar con la periodista Alejandra López en su programa semanal Estación Sur. Hablamos sobre los movimientos feministas en la actualidad, la participación de los hombres en las luchas de mujeres* (1) en este momento histórico y la necesidad de nuevos roles de masculinidad. Abordamos también las múltiples violencias machistas, las relaciones de poder asimétricas entre parejas formadas por mujeres* migrantes y hombres alemanes blancos, los procesos de desempoderamiento que viven mujeres* migrantes, así como las múltiples opresiones que nos atraviesan por ser mujer*, por nuestro color de piel, por la edad..
Os invito a ver el vídeo, que recoge parte de la entrevista.
A la primera pregunta de Alejandra “¿Por qué tenemos que organizarnos transnacionalmente las mujeres*? ¿Hay un estancamiento o retroceso?”, mi respuesta es contundente “Yo, personalmente, no creo que hay un retroceso. Realmente, las mujeres seguimos luchando por derechos básicos, por derechos humanos y seguimos manifestándonos y movilizándonos. Yo creo que siempre ha sido así, lo que pasa es que ha quedado más… Yo creo que ahora se ha visto la urgencia y la participación de muchos colectivos, que unidos aúnan sus fuerzas y son mucho más visibles para la sociedad. Yo creo, no obstante, que las reivindicaciones están aquí ahora, hace diez años, hace veinte, hace treinta. Si te fijas en las pancartas no distan mucho de lo que pedían las feministas en los setenta o incluso antes. Bueno, antes estábamos hablando de derechos más básicos de educación, derecho al voto”. “Ahora estamos hablando de derecho a la vida en muchos casos”, añade Alejandra. “De derecho a la vida, de derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, derecho a vivir libremente, a ser sujetas legítimas de vivir como queremos y que nuestros cuerpos no estén en peligro en la vía pública”, continúo yo.
Me gustaría usar este espacio para ampliar mis reflexiones en torno a esta pregunta.
Existe una clara necesidad de organizarnos para dar respuesta de forma colectiva a desigualdades, opresiones, violencias e injusticias que vivimos las mujeres* en todas las esferas: institucional, estructural y cotidiana. Considero que los colectivos y grupos feministas cumplen esta función y siempre han estado trabajando con el fin de ampliar nuestros derechos; incrementar la visibilidad y la participación de mujeres* en todas las áreas políticas, culturales, sociales y económicas; y cuestionarse los poderes patriarcales establecidos. Hasta ahora esto se había llevado a cabo de forma muy invisibilizada y con poca cobertura mediática. A partir de movimientos como el #metoo y Ni una menos, se ha producido un cambio radical de proyección, alcanzando un gran impacto en los medios, necesario para atraer a nuevas actoras/es y defensoras/es de los feminismos (2). Gracias a esta mayor visibilidad se ha conseguido movilizar a miles de personas que han comenzado a simpatizar con un movimiento históricamente denostado por la mayoría. Las tareas de sensibilización y concientización, que nunca dejaron de estar, han dado sus frutos. Ahora además, el uso de redes sociales y plataformas digitales incrementa el alcance de nuestras demandas y esto hace que los cuestionamientos feministas lleguen a más gente. Un claro ejemplo son las manifestaciones del 8 de marzo, Día Mundial de la Mujer. Estos dos últimos años han sido multitudinarias.
Estamos, por lo tanto, ante un despertar social respecto a las desigualdades de género y opresiones patriarcales. Se habla ya de una Cuarta Ola de Feminismos. Nuevas generaciones de mujeres* jóvenes traen una mirada mucho más lúcida, crítica e intolerante ante los machismos e injusticias. Las luchas feministas tienen ahora muchas más defensoras. Sus voces encuentran más canales que nunca antes. No obstante, todavía queda mucho por hacer. Las resistencias del patriarcado son innumerables. Muchas mujeres* y hombres no se unen por ignorancia y también por miedo a perder sus propios privilegios.
Pese a todos los contras, las reivindicaciones persisten y ahora se hacen oír. Ese derecho a la vida del que hablábamos durante la entrevista sigue siendo, lamentablemente, una de las principales reivindicaciones. Famosa es la consigna “Vivas nos queremos”. Derecho a que no nos maten por ser mujeres*. Derecho a no ser socializadas como seres más vulnerables ni más débiles por haber nacido mujer. Derecho a preservar nuestra integridad física y psicológica tanto en el espacio doméstico como en la vía pública. Derecho a un aborto seguro y legal. Derecho a ocupar posiciones de poder sin ser cuestionadas continuamente. Derecho a ser madres* bajo el modelo que elijamos, como a no serlo. Derecho a vivir nuestra sexualidad plena y libremente.
Por último, quiero destacar la importancia de introducir en cualquier movimiento feminista una perspectiva interseccional, antirracista y decolonial que nos obligue a deconstruir nuestros propios prejuicios y violencias. Como afirmo en la entrevista publicada en esta misma página (sección Interviews): “A menudo sucede que muchas demandas feministas corresponden a intereses de mujeres* blancas de clases acomodadas que no cuestionan sus privilegios ni son conscientes de la violencia que pueden ejercer ellas mismas sobre otras mujeres*. Muchas feministas blancas occidentales cuestionan las opresiones únicamente en clave de género sin tener en cuenta otras categorías como la edad, clase y raza, entre otras. Este trabajo se está haciendo desde espacios feministas antirracistas que ponen en tela de juicio las hegemonías tradicionalmente eurocéntricas y heteronormativas, con una fuerte presencia de mujeres* negras y de color.” Solo desde el cuestionamiento de nuestros propios privilegios podremos generar espacios de mujeres* más horizontales, críticos e inclusivos.
(1) El asterisco * en la palabra mujer se refiere al género como una categoría construida y no biológica. Se pretende con ello incluir bajo el término mujer a todas aquellas personas que se identifican con tal denominación. Con esto superamos también el binomio hombre-mujer, ampliando las múltiples identidades de género posibles.
(2) Los llamo feminismos en plural por el amplio abanico de opciones, miradas, perspectivas e interpretaciones feministas que existen.