amor romántico y recorridos migratorios

“Lo romántico es político” Coral Herrera

Os invitamos a reflexionar sobre el amor romántico en el marco de historias migratorias en el contexto berlinés. A través del discurso y la performance estamos presentando esta propuesta de crítica feminista al amor romántico como dispositivo patriarcal en escenarios migratorios en Berlín.

Nos interesa analizar el amor romántico como una forma aprendida de amar que nos somete y oprime, y así deconstruir y orientar nuestras prácticas afectivo-amorosas hacia relaciones más satisfactorias, sanas y libres de ataduras y mandatos patriarcales.

Fotografías de Hernán Marchese (2022)

amor romántico como dispositivo patriarcal

Contigo pan y cebolla.

Estoy buscando a mi media naranja.

¿Por qué viniste a Berlín? Por amor.

Se te pasa el arroz.

Te quedas para vestir santos.

Esperar.

Esperar.

Esperar.

El amor romántico es un instrumento de control patriarcal que nos anestesia, nos mantiene dependientes de un hombre, nos hace creer que el amor más importante es el de la pareja, nos invita a quedarnos en relaciones que no nos hacen bien, nos enseña a amar incondicionalmente sin tener en cuenta nuestras necesidades y deseos, celebra que hagamos sacrificios por amor, aprueba relaciones de control, humillación y violencia, nos dice que no tener pareja es un fracaso.

El amor romántico es un mito del patriarcado que afirma que existe el príncipe azul, que necesitamos una media naranja, que quien bien te quiere te hará llorar, que la monogamia y la heterosexualidad es lo normal.

El amor romántico no es una cuestión individual ni subjetiva. El amor romántico es un constructo aprendido. Lo aprendemos en la escuela, en las canciones, en la películas, nos lo enseñan nuestras madres, lo aprenden las mujeres* y los hombres. En el aprendizaje de esa organización social los que salen privilegiados son los hombres. Lo que aprendemos las mujeres es que tenemos que estar para las y los otros. Para nuestras parejas. Para nuestras familias. Son las mujeres las que asumimos las tareas de cuidado. El amor romántico nos dice que tenemos que amar incondicionalmente y dedicarnos a les otres. Es un trabajo sin principio ni fin ni está reconocido económicamente.

Estamos socializadas en estructuras patriarcales machistas invisibles a los ojos no críticos. Hemos sido educadas en el respeto a la autoridad del padre. La figura del Pater Familia atraviesa la forma en la que hemos aprendido a amar. Dependemos de su aprobación y atención. Sin su mirada, no somos ni existimos. Si no tienes pareja, estás incompleta.

Históricamente, muchas mujeres* queriendo escapar del asfixio familiar, de la pobreza, de la exclusión, de la falta oportunidades, de perspectivas laborales se aventuraron en historias amorosas de opresión y violencia. Muchas aguantaron, por amor, y algunas desobedientes consiguieron escapar de aquellos infiernos. En la actualidad, nos pensamos y narramos como mujeres* modernas, hijas de la libertad y la libre elección. Pero todavía existimos y habitamos en constelaciones patriarcales que nos oprimen y limitan.

Abandonar nuestra carrera y profesión.

Dejar atrás nuestras redes afectivas y contactos.

Aprender alemán.

Mujeres 24 horas disponibles para la necesidades de la familia.

Carga mental.

Trabajo gratis. Invisibilizado.

Estructuras que fragilizan nuestros procesos de empoderamiento.

Entregar.

Entregar.

Entregar.

dependencias en contextos migratorios

¿Por qué viniste a Berlin? Por amor.

Es una respuesta aplaudida y celebrada. Por amor.

Historias migratorias que se activan en el encuentro con el otro/la otra. Seguir a la persona que queremos, por amor. Renuncias, dependencias, crisis, duelos, silencios, falta de redes familiares y sociales, barreras con el lenguaje, violencias y experiencias de discriminación cotidianas. Todos estos elementos forman parte de los recorridos migratorios. Cuantos más privilegios tenga la persona que emigra, más cómodo será su proceso de migración. Las personas que emigran con menos recursos, tanto económicos como sociales, vivirán situaciones de vulnerabilidad, opresión y desamparo.

En los casos de migración por amor, la relación con la pareja, la situación inicial de partida y las condiciones de llegada son fundamentales en la definición de las vidas en esas constelaciones migratorias. Mujeres* que dependen económica y emocionalmente de sus parejas. Amor romántico. Mujeres* que temen separarse por poner en peligro su permiso de residencia. Mujeres* que no quieren denunciar casos de violencia machista porque tienen miedo a perder a sus hijas/os en el proceso de separación y denuncia. Mujeres* que no pueden volver a sus lugares de origen porque no pueden llevarse legalmente a la familia consigo.

Mujeres* que sufren por amor y pese a todo se quedan. Amor romántico. Mujeres* que se convierten en amas de casa. Amor romántico. Mujeres* que cuidan. Amor romántico. Mujeres invisibles a la sociedad. Amor romántico. Mujeres* migrantes. Invisibilizadas. Amor romántico.

amores feministas

El antídoto a las estructuras patriarcales en nuestras vidas son los feminismos. Cuando nos ponemos las gafas moradas, las gafas feministas, comenzamos a ver lo peligroso que es tragarse los mandatos del patriarcado sin rechistar a costa de nuestra salud mental, emocional, física y espiritual.

¿Que nos enseñan los feminismos sobre el amor? ¿Cómo podemos aprender a amar y a cuidarnos de forma sana, satisfactoria y sin mandatos patriarcales? Tomamos de las críticas feministas sus propuestas de deconstrucción de las relaciones basadas en el patriarcado en las familias, parejas, amistades, esto es, en todos los espacios que habitamos y relaciones que tejemos. Los feminismos mantienen que a amar se aprende. Que amar es una cuestión política. Por lo tanto, igual que construimos, podemos deconstruir, revisar e inventar nuevas formas de amar.

Mis amigas y compañeras feministas nos cuentan que existen formas gozosas de amar y cuidarse recíprocamente. Que en el amor no hace falta sufrir. Que nos merecemos una vida libre de violencias. Que tenemos derechos sexuales y reproductivos. Que podemos ser madres o no serlo. Tener pareja o parejas o no tenerlas. Que podemos vestirnos como queramos. Que no necesitamos la aprobación de un hombre para vernos bellas. Que nuestros cuerpos nos pertenecen.

Mis amigas y compañeras feministas nos cuentan que en el amor se trata de negociar, de dialogar, de respetar. Amar no trata de renuncias ni dolores ni sufrimientos. Los feminismos me cuentan que estar sola es mejor que estar infeliz en pareja y que sola no hace falta estar porque para eso están las redes afectivas que nos merecemos. Que el amor de pareja no tiene por qué ser el centro de mi mundo. Que tengo derecho a irme cuando lo necesite. Y que si me quedo es porque lo decido. Y que mientras amo, me cuido y me quiero. Siempre me quiero.

Esos son los amores feministas.